Cuando me preguntan sobre Etiopía, sobre qué tal me ha ido este verano por allí, muchas veces no sé que responder…es como si me quedara en blanco por un momento y no supiera la respuesta.
Entonces me vienen mil recuerdos a la cabeza, imágenes, niños, situaciones, momentos. Y respondo: muy bien, genial, como siempre increíble… y me callo. Aunque mi corazón me dice que siga contando con detalle todo lo vivido, que siga transmitiendo lo que he sentido allí, mi cabeza me dice que pare…y se me pasa por mi mente… ¿de verdad quiere escucharme? ¿te importa lo que te voy a contar?
Y ahora aquí estoy intentando publicar mi primera entrada en el blog de Denaderu… sin tener ni idea de cómo empezar, ni qué decir, ni qué contar…porque puede que no os importe…o puede que sí. Así que solo por el puede…allá vamos.
Denaderu... bendita locura que comenzó hace unos años por nuestras ganas de querer cambiar un poco este mundo. Este mundo injusto. Este mundo des-igual. La verdad que gracias a esta idea loca que tuvimos Ali, Miguel y yo, justo nada más volver de nuestro segundo verano allí en Etiopía, siento que soy un poquito más feliz.
Y es que creo que no puedo hacer mi vida sin pensar en mis peques, sin ilusionarme al recibir buenas noticias de mi hermano etíope (del cual ya os hablaré),no puedo dormir sin saber que un día más todo en la guarde ha ido genial. No puedo terminar el día sin dejar de darle vueltas a qué podemos hacer desde aquí, para conseguir llegar a más gente, para que mis amigos-familiares-conocidos se hagan también participes de lo que yo he conocido allí, de lo que sin quererlo me ha regalado eso que tanto busca la gente que es…la felicidad.
Porque si de algo estoy cien por cien segura y no me cuesta decirlo y publicarlo a los cuatro vientos es que esta bendita locura me hace feliz. Saber que con poquito que haga, puedo estar cambiando la vida de muchas personas es algo que me llena inmensamente.
Qué difícil contar lo que uno ve con sus ojos allí para que te entiendan aquí… Es cierto que se necesita ver para creer, que si nos ponen cada día desgracias por la tele, nuestro cerebro se acostumbra y entonces nuestra parte emocional queda bloqueada y se enciende la parte más racional-pasota de nuestra mente.
Qué tontería, solo hay que abrir más los ojos para darse cuenta de que los desastres siguen pasando, de que si lo ves una y otra vez quizás es porque algo hay que hacer al respecto. Yo soy de las que piensan que la opción de no hacer nada porque crees que no puedes hacer nada es la más cómoda, porque algo siempre puedes hacer. Lo fácil es quedarse sentado y cambiar de canal.
Combinemos cabeza y corazón, razón con emoción y entonces intentemos pensar en aquello que está en nuestras manos y que podemos hacer para ayudar a cambiar las des-igualdades, (menos-iguales). ¿No somos todos iguales? Con poquito que des- de ti haces posible que sea más-igual este mundo en el que vives. Cabeza-corazón…cabeza-corazón… ¿empezamos?
-Elena-